Traducción: María Chaumet [revisión de la traducción: Argus Romero de Morais y Yuri Martins Fontes]. LÓGICA DIALÉCTICA Y DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA Bajo la designación de dialéctica, como se entiende actualmente la palabra, se contemplan dos conceptos o dos sentidos de la expresión, que si bien se integran de manera muy íntima, son diferentes. Aun así, la caracterización de esta distinción no ha sido suficiente, provocó cierta confusión, origen de muchas dudas. Mi objetivo en este capítulo es contribuir, en la medida de lo posible, a disipar tales dudas. La “dialéctica”, por un lado, es una expresión que se utiliza para designar el comportamiento general de la naturaleza, en aquello que es lo más característico y esencial de esta, es decir, la mutabilidad y la inestabilidad de sus formas, la permanente transformación de ellas. Entendida de esta manera, la dialéctica constituye un hecho natural, un aspecto de la naturaleza, y con seguridad el más importante, cuya consideración e investigación pertenecen a las ciencias en general. Representa la “propiedad” fundamental –llamémosla así, con una terminología un tanto obsoleta– de los acontecimientos de la naturaleza, que son “acontecimientos”, precisamente, en la medida en que por ellos se modifican y transforman las situaciones naturales. En este sentido, la dialéctica constituye el objeto de las diferentes disciplinas científicas, y debe ser tratada como tal. Esto parece estar bastante claro: es a la física que le compete ocuparse de los acontecimientos o hechos físicos; al igual que a las ciencias sociales les cabe tratar la manera como se desarrollan los acontecimientos de carácter social. Además, este “comportamiento de los hechos”, que implica un cambio, una transformación, o en suma una dialéctica, no se observa bien de qué se ocuparían las ciencias respectivas. Es precisamente ese punto de vista que caracteriza a la posición de la dialéctica (como filosofía), en contraste con la metafísica. Si esta última busca detrás de los hechos y de su comportamiento o dialéctica, seres o entidades que serían como los autores y responsables de tales hechos, es precisamente en ese punto que la posición dialéctica se aleja de las viejas y obsoletas concepciones filosóficas. La ciencia moderna, que desde hace algunos siglos da sus primeros pasos, aunque algo inconscientes, en el camino de la dialéctica, mira los hechos, y no a los supuestos seres de los que los hechos serían una simple manifestación exterior y sensible. Esto ya se resumió en una fórmula impecable que hoy ya no tiene dueño porque es de todos los hombres de ciencia: La ciencia no se ocupa del qué es, y sí, únicamente, de lo que pasa. De esta manera, respondemos, según parece, a la pregunta sobre la existencia o no de una ciencia o disciplina especial que tenga que ocuparse de la dialéctica de la naturaleza en sí, e independientemente de los hechos concretos que son objeto de las ciencias particulares. A saber, una disciplina específica de la dialéctica de la naturaleza, y sin particularización de los hechos de los que se ocupan las diferentes ciencias particulares. Una disciplina tal nos parece altamente discutible, ya que no vemos, por ejemplo, cómo la dialéctica de los hechos físicos (que no es, al fin de cuentas, otra cosa más que esos mismos hechos) puede considerarse, describirse y expresarse independientemente de dichos hechos, es decir, por fuera de la física que se ocupa precisamente de esa consideración, descripción y expresión en lenguaje. No discutiremos aquí el tema más a fondo, porque juzgamos que, al menos en las circunstancias actuales del conocimiento científico, la cuestión es inocua, y no tiene ni cabida. Por el momento, no existe una ciencia específica de la dialéctica de la naturaleza con estas características; nadie se ocupa, hasta donde se sabe, de ella de forma sistemática, incluso en los países en los que la nueva filosofía dialéctica tiene un consenso general, a saber, en los países del socialismo. Por ahora, ni siquiera se siente esa falta. Por lo tanto, debatir su “posibilidad” o “eventualidad”, además de ser infructuoso, implica aventurarse en un laberinto de especulaciones sin grandes perspectivas. Otro sentido de la dialéctica es el de la dialéctica como método lógico, es decir, como manera de abordar y considerar los hechos de la naturaleza, como posición o ángulo en que se ha de colocar el pensamiento frente a ellos. (…) Nótese bien, e insistimos en este punto, que la lógica hegeliana no excluye al SER, a la identidad, y por lo tanto, al proceso de identificación que la observación concreta de los hechos del conocimiento pone en evidencia, y sin el que, como vimos, no habría conocimiento. La lógica hegeliana incluye a ese SER en un proceso de autodestrucción por su negación, que se encuentra en su propia identidad y se desarrolla por su propia fuerza. De esta manera, se respetan las circunstancias fundamentales de la naturaleza tal como esta se presenta frente a la experiencia y a la acción del hombre, y en lugar de sacrificar una de esas circunstancias, que es el flujo, el cambio, la transformación, en provecho de la uniformidad y la permanencia, como hace la lógica clásica, funde a ambas en una noción única en la que las dos son debidamente respetadas y consideradas; tanto como se considera la contradicción interna e inmanente en todos los rasgos y hechos de la naturaleza. Esa es la solución a la que se llega con Hegel, después de más de veinte siglos de evolución y maduración de la cultura humana, para el problema fundamental del conocimiento. La lógica dialéctica, o antes, las premisas y primeras semillas de la lógica dialéctica, se habían entonces sembrado. Tan solo premisas, porque la dialéctica, tal como sale de las manos de Hegel, está mal colocada. Hegel es idealista, y un filósofo con todos los vicios de la filosofía especulativa. Por eso, confunde los procesos de su pensamiento, que exprimen la dialéctica, con la propia dialéctica de la naturaleza. Para él no existe distinción entre el esquema lógico que engendra o revela (y que esContinuar lendo “Capítulo 7 – NOTAS INTRODUCTORIAS A LA LÓGICA DIALÉCTICA [1959]”